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martes, 1 de julio de 2008

Aprende a combinar vinos y alimentos / Learn how to pair wine with food

A la hora de combinar vinos y comidas, las reglas han sido tradicionalmente bien simples: tinto con carne, blanco con pescado y aves. Pero con las ilimitadas opciones de vinos, así como con los sabores modernos y complejos, y los exóticos ingredientes de la gastronomía actual, esa combinación está matizada en estos momentos con algo de experimentación.
La primera regla para combinar vino y comida es salirse de los límites. Opta por una combinación que disfrutes. Aún así, los tradicionalistas se niegan a seleccionar una botella de forma arbitraria. A continuación, algunos principios básicos que te ayudarán a seleccionar el vino más apropiado para tu plato.
Cuando se combina un vino con una comida, el objetivo principal es el equilibrio. El sabor del vino debe complementar los alimentos servidos. Cuando se tiene en proyecto una reunión formal, es común la correspondencia de un tipo de vino con la ensalada y aperitivo, y otro para el plato principal. Pero en el caso de comidas simples e informales, lo obvio es combinar el vino con el "plato fuerte". No selecciones un vino cuyo sabor opaque al del plato. Las comidas con sabores sutiles como el pargo rojo no se corresponden con un tinto fuerte como el Cabernet Sauvignon. De igual modo, el plato principal no debe dominar al vino. Una buena forma de determinar si el vino y la comida se complementan es tomar un bocado de la comida que vas a servir, beber un trago de vino, y repetir. Luego, pregúntate cuál de los dos sabores permaneció por más tiempo, ¿el de la comida o el del vino? Si tienes problemas para decidir, pero te parece que fue un delicioso experimento, entonces has logrado una excelente correspondencia.
Seguramente también te interesará hallar un equilibrio saludable. Para ello, hay cuatro componentes principales a tener en cuenta: dulce, agrio, ácido y salado. El vino no debe ser salado, sino dejar dulzura, acidez y amargor. La dulzura de un vino es afectada por su contenido de azúcar. La acidez, obviamente, por la presencia de ácidos, y el amargor se evalúa por la cantidad de "taninos". Un buen vino posee un equilibrio estructurado de esos tres sabores, y podrá evocar de forma casi mágica el sabor de una amplia gama de alimentos, desde un pimiento picante hasta el dulce chocolate. Los vinos pueden proporcionar en su etiqueta una descripción de sus sabores, pero, con demasiada frecuencia, es preciso probar el vino para descubrir su sabor. Ya sea dulce, ácido o amargo, si determina el sabor fundamental de un plato, y se corresponde con ese sabor, habrás logrado la combinación perfecta.
Hay que ser selectivo a la hora de elegir los vinos que acompañarán platos dulces. No sirvas un vino seco, ácido o amargo con los mismos. Si sirves un plato dulce como un jamón glaseado con miel, selecciona un vino dulce como el Riesling. Las comidas amargas o ácidas con limón o tomate necesitan un vino más ácido. Prueba con un Pinot Noir, Chianti o Sauvignon Blanc. Por su parte, los platos amargos, como el bistec a la parrilla, exigen un vino con alto contenido de taninos, como el Cabernet Sauvignon. El Merlot es también una buena opción con la comida a la parrilla, a pesar de que probablemente hayas oído decir acerca del mismo en la película 'Sideways' del 2004. Pero no temas al contraste de sabores, pues las comidas picantes de la cocina asiática o mexicana combinan muy bien con vinos más dulces y con sabor a frutas como el Zinfandel blanco.
La combinación del vino y la comida es un proceso de pruebas y errores. Para comenzar, busca un buen establecimiento con empleados conocedores. Gracias a la creciente popularidad del vino, no tendrás que ir muy lejos para encontrar tiendas especializadas. Pídeles a los empleados y a los propietarios del establecimiento que te recomienden vinos que combinen con la comida que proyectas servir. Si tienes un presupuesto reducido, diles que te orienten para hallar uno de los numerosos vinos asequibles que tanto abundan en el mercado actual. Además, muchos establecimientos ofrecen degustaciones regulares, donde los clientes pueden probar una gran variedad de vinos con comidas, y descubrir lo que funciona y lo que no. También hay clases de degustación en numerosas comunidades, en una gran variedad de formas. También hay diversos restaurantes que ofrecen menúes de combinación de vinos y comidas, donde el sumiller o experto en vinos recomienda un vino específico para cada plato.
En la medida que amplíes tus conocimientos en materia de vinos, comenzarás a darte cuenta de que el proceso de selección se hace más fácil y agradable. La correspondencia de vinos con alimentos puede ser un pasatiempo entretenido, educacional, y para toda la vida.
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When pairing wine with food, the rules used to be simple: red with meat, white with fish and poultry. But with the limitless options of wine, as well as modern cuisine's complex flavors and exotic ingredients, pairing wine with food is now about experimentation.
The first rule to pairing wine with a meal is to...throw out the rules. Pick a combination that you enjoy. Still, traditionalists won't want to arbitrarily choose a bottle. There are some basic guidelines that will help you select an appropriate wine for your meal.
When pairing a wine with a meal, the goal is balance. A wine's flavor should complement the food being served. If you're planning a formal gathering, it's common to pair one type of wine with the salad and appetizer, and another for the entrée. But for casual, simple meals, stick to matching the wine to the entrée. Avoid a wine that will overpower your dish. Foods with subtle flavors such as red snapper are not a good match for a strong red wine like Cabernet Sauvignon. Likewise, a wine shouldn't be dominated by your main dish. A good way to determine whether a food and wine are complementary is to take a bite of the food you'll be serving, take a sip of the wine, and repeat. Ask yourself what stood out to you more - the food or the wine? If you have trouble deciding, but thought it was a delicious experiment, you may have found a good match.
You also want to find a healthy balance. There are four main components to taste: sweet, sour, bitter and salty. Wine shouldn't be salty, so that leaves sweetness, sourness and bitterness. A wine's sweetness is affected by its sugar content. Sourness is affected by a wine's acidity, and bitterness is measured by its amount of "tannins." A good wine possesses a structured balance of these three flavors, and can almost magically evoke the flavor of an array of foods from a spicy pepper to a sweet chocolate. Wines may offer a description of their flavors on the label but, more often than not, you'll have to taste the wine to discover its taste. Whether it be sweet, sour, or bitter, if you determine the fundamental flavor of a dish, and match the wine to that flavor, you'll be in good shape.
Be selective when choosing wines to accompany sweet dishes. Avoid serving dry, acidic or bitter wines with sweet dishes. If you're serving a sweet dish like honey-glazed ham, select a sweet wine, such as a Riesling. Sour or acidic foods with lemon or tomatoes command a more acidic wine. Try a Pinot Noir, Chianti or Sauvignon Blanc. Bitter dishes, grilled steak for example, demand a wine high in tannins, such as a Cabernet Sauvignon. Merlot is also a great choice with grilled food, despite that you may have heard to shun Merlot in the 2004 movie "Sideways." But don't be afraid to contrast flavors; spicy foods found in Asian or Mexican cuisine go well with sweeter, fruitier wines, such as a white Zinfandel.
Matching wine with food is all about trial and error. To get started, find a good wine shop with knowledgeable employees. Thanks to wine's growing popularity, a good shop might be just around the corner. Ask employees and shop owners to recommend wines that will go well with the meal you're planning to serve. If money is an issue, ask for one of the many affordable wines on the market today.
Many shops have regular wine tastings where you can try a variety of wines with food and discover what works and what doesn't. Wine tasting classes are also available in a variety of forms in many communities. Many restaurants now offer wine pairing menus, where the restaurant's sommelier, or wine expert, will recommend a specific wine for each dish.
As you expand your wine knowledge, you'll begin to notice that the selection process becomes easier and more pleasurable. Matching wine with food can be an entertaining, educational and lifelong hobby.
CAPTION: The right wine can complement most any meal.

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